lunes, 30 de septiembre de 2013

""El párpado de Dios", de qué se trata?


Hola gente:
Hoy quiero contarles un poco la historia de este libro "El párpado de Dios". Lo empece a escribir cuando estaba cursando mis estudios de artes plásticas en San Miguel. La forma en la que lo escribí fue algo compulsiva, el libro completo fue escrito en tres semanas. Recuerdo que iba viajando en el colectivo 134 escribiendo la poesía número 107 y preguntándome si ya debía terminar el libro, cuando vi pasar corriendo a un tipo con una remera verde con el número 108! Era una señal de que el libro terminaba en la poesía 108.
La inspiración fue una mezcla de una experiencia que tuve con una prostituta y un poco otras experiencias con una muchacha que quise mucho y ahora no puedo nombrar. 
El subtítulo dice: Los secretos de la poesía infernal y divina. Yo creo que todos los libros tienen algo de mágico, este en especial. Las poesías de este libro (como todos los buenos libros) enseñan cosas secretas. A veces para bien, otras para mal. Algunas poesías del libro tienen el buen gusto del romanticismo y otras rozan lo pornográfico. 

Si miran la numeración de la poesía hasta cierto punto llega en números romanos, y luego pasa a los números arábigos que usamos comúnmente. esto es obviamente un guiño a los lectores. El libro está lleno de este tipo de humor extraño, a veces de un modo grotesco, otras, muy elegantemente... 

Si quieren el libro en su versión en papel deben comprarlo en Bubok.com.

Para los que sólo quieran leerlo de la compu les dejo el link de descarga:



Espero que lo disfruten y comenten...


Saludos.



Alejandro G. Vera

miércoles, 25 de septiembre de 2013

Lo que perdió el enamorado

-III-

Como el río de las horas
su sangre era de angustia y agonía,
y dentro de su sed sentía
que la carne era pecado y desventura.

Mas diole el viento la fugaz bravura
de dormirse a pesar de estar sangrando
de soñar aunque fuera cosechando
con su voz a las personas la blancura

de la mano fría y queda de la muerte.

Lo que el enamorado sin querer advierte
solo lo sabe él y su alegría
(Ay si supieras que feliz sería
este poeta morando allí a tu lado).

No serán las afrentas del pasado
las que maten la luz de nuestro día.
Sí lo será la noche y su acabado
cielo develador de las estrellas,
Es que en los astros supo mirar ella,
para jurarme que ya no valías

ni el diez de lo que un día había pagado...


Alejandro G. Vera  (Para Brenda mi lectora favorita, después de la Samsung serial ATA XDXD)

lunes, 23 de septiembre de 2013

Prosa: "La muerte de un pájaro"

-II-

Lo que ella pensaba era siempre: "La muerte, sed de mis labios", y reía porque la poesía le parecía cursi, o tal vez quería que yo lo creyera.
Una tarde la encontré desnuda en la plaza, la ropa era sueño de su voz cansada...
Como si fuera otra, me dijo: "La muerte, sed de sus labios"... Y yo, que a veces no entiendo a las mujeres, la abracé y la besé. Pero ella me rechazó y me dijo: "Idiota, tanto esperaste?"...

Qué se yo... hago lo que me sale...

"Soy luz entre las flores, luciérnaga, deidad de los pastos y el color de la noche."

Che flaca, vos decís que no te gusta la poesía pero te la pasas verseando...

"Eso es porque vos estás contando la historia me dijo y suspiró"...

Lo que ella era para mi era extraño. Nunca fuimos novios, solo nos besábamos, y charlábamos. Era nuestro deleite contemplar las lágrimas del otro. Cómo nos conmovían las palabras de la boca ajena y cercana...


"La encontraron muerta", me dijo mi tía. 

Qué? A quién?

A esa, tu noviecita, me dijo con voz de hija de puta...


No importa, dije. 

Y desde ese día digo no importa...

No importa...

No importa...

No importa...

No importa...

No importa...

No importa...

No importa...

No importa...

No importa...

No importa...


Pero sí importaba. "Mi boca, sed de sus labios", soledad para no volver...



Alejandro G. Vera

Poesía: "cómo se fue el mar"

-I-

Cómo de extrañas sensaciones somos
transporte y carga, emoción y ritmo.
Cómo los mares de su voz se alejan
de todo el yo que puedo darle...

Cómo se fue el mar entre mis manos.
Como un torturador de niños,
como quien mata por cariño,
así el llorar nos limpia y nos consuela.

Pero qué es vivir para los muertos,
¿Será cómo nacer para los vivos?
¿Acaso tiene algo de sentido
el esperarla por las tardes solo?

Por no perder el tiempo, como un niño,
lloro, y se va el mar entre mis manos.
Así, y nada...


Alejandro G. Vera