martes, 1 de abril de 2014

"Frida pintada en sangre", relato para Nicky



Frida espera la mañana mientras ve su sangre chorrear por lo blanco de las sábanas. No es tanto el desgano como para no preocuparse por las quejas de los otros, todavía piensa como si estuviera viva. 

La tarde se presiente en veloces soplidos de humo, fumándose lo que queda del día. 

"Todo es igual siempre", piensa y se pregunta si algún día cambiará algo... ¿O puede ser que la vida no termine nunca?

Alguien se acerca y la toma de la mano. ¿Un hombre? ¿Una mujer? No importa. Tiene manos tibias y ella sabe que la muerte es fría. Aquel ser extraño la lleva a su casa que tiene un ventanal que da al ocaso. 
Con el cuidado más cauto que se pueda tener, la abraza y la consuela mientras bebe de su sangre, que de a ratos es miel y es mentira, pero promete muerte.

Él la cura. "Los jóvenes somos inmortales", le dice con una sonrisa extraña. A ella le agrada, y a la vez tiembla. No entiende bien por qué...

Él toma su mano y le besa las muñecas. Le corre el pelo. Cosas sutiles y hermosas. Las cosas que uno recuerda cuando es viejo y que por ahora no importan tanto.

En la cama ella es toda razo y princesa. Pero su locura es cruel como el peor veneno. Piensa, ese es su error. Él sabe llevarla por caminos de luna y de estrellas. "Es raro", piensa Frida. 

"Todos somos raros" le responde él, como quien adivina un número secreto, como quien profana una tumba. Las imágenes se mezclan. 

La cama, la sangre...

Frida y los besos tibios que dan escalofríos...

Alguien la rescata.

La atan a la cama. Pero es distinto...

Fue distinto por un rato...

"A veces amar es morirse un poco..." piensa mientras mira el techo de otro y otro hospital...


"El amor es rojo. Y poca gente lo entiende..."




Alexiel Ardilla (Para Nicky)