El sueño
del amanecer dormido
Aparece descalzo
entre las lágrimas
De alguien
ausente.
Más allá
están los que lo extrañan,
Más cerca
de él los que hace tiempo esperan.
El mundo,
teatro cruel, le ha dado
Una señal
de suerte, una hábil bendición
De pájaro
y de último vuelo.
Los que
saben del mar
Saben que
las aves se van a morir en soledad.
Fumándose
la tarde en un suspiro
Él es
prisión y sombra.
Su juventud
despierta, acaso
Tempestades,
o risas. Da lo mismo.
Ya se
hizo tarde, le dice su reloj de sangre.
Prepara
un puñal, metafórico, una frase;
Se sienta
a ver pasar el sol, que se esconde.
Se chupa
la realidad de una bocanada,
Se enciende
para brillar, aunque no muera nunca.
La vida
es cruel, piensa.
Y se
duerme en el teatro absurdo.
Los niños
ya son hombres;
Las mujeres,
ancianas.
El cariño
que supo distinguir se le hace claro,
Eran burlas.
El mundo es gris, todo es farsa.
Una mujer
debería salvarlo, como siempre.
Pero ya
se hace tarde para esperar sentado.
Se
prepara la cena, una y mil veces,
Y traiciona
a su cuerpo
Con el
filo de una hoja de papel. ¿O acaso
No es de
papel el sueño que soñamos todos?
Alejandro
G. Vera