Como es conocido por todos, o
mejor dicho, como es de público conocimiento; el señor Javier tiene una nueva
novia. ¿Pero no se quedó viudo hace un año? Dice Raquel, del 1er piso. ¿Viste
cómo son? Responde Laurita, del 7mo D.
Ya todos sabemos que Javier es
buenmozo, tiene un buen trabajo, y es un hombre triste. ¿Por qué triste? Se
dedicó demasiado a ganar dinero y no cultivó otras pasiones más allá del sexo,
la televisión, y un poco (solo un poco) la música.
La nueva novia del señor Javier,
tiene 22 años, se llama Melina.
Lo que nadie sabe, es que Melina
es mala. ¿Cómo es eso? Manipula a Javier. Cuando quiere comprarse ropa le dice
primero que está en una crisis, y después de llorar, y hacer el amor, le pide,
le sugiere, que le compre el vestidito ese de 500 dólares.
A Javier no le importa la plata,
porque le sobra. Pero, no obstante, vive triste.
Hasta que un día, un 15 de marzo,
de un año cualquiera, Javier pasa por una casa de instrumentos de música, y ve,
lo que para él es el objeto más hermoso del mundo. Jamás le había prestado
atención.
Un saxo de 7000 dólares. Lo
piensa dos veces, entra y se lo compra. Y por ese breve e infinito instante,
Javier es feliz.
Busca un profesor de saxo, lo
encuentra, pasan los meses. Pasan 4 años. Ya puede tocar casi cualquier cosa.
Le gusta el blues.
El vecino Luis, del 3ro D lo
odia, ¿Por qué? Envidia. Javier tiene ojos azules, y es un rasgo poco común en
el edificio.
En las reuniones Javier toca
Blues, Bossa y Jazz, para alegría incluso de Melina, que ahora, ya no es mala.
Notó un cambio en Javier. Ahora lo ama.
El señor Javier. Javi, don
Javier. Todas esas palabras que sostienen la máscara que llevamos por lo que
dure la estancia.
Un día, un jueves, Javier se
cruza a Luis del 3ro D en el ascensor. Luis, sin más miramientos, le confiesa:
Te envidio, siempre te envidié.
Mucho más ahora que andás contento.
Saca de entre sus ropas un revólver Bersa
calibre 22. Matagatos, le dicen en el campo. Alcanza para matar a una persona.
¿Sabés que ahora vas a morir? Le dice
Luis, con pulso tembloroso.
Lo sé. Le responde el señor Javier.
Para morir nacemos.
Luis del 3ro D dispara el
revólver y el tiro le da en el pecho a Javier, que cae, al piso del ascensor, muerto.
Ahora Javier despierta en un
prado, lleno de flores. Se le acerca un anciano. Javier le pregunta ¿Usted es
Dios? Trabajo para él, le responde.
¿Qué aprendiste de la vida?
Decime una cosa que hayas aprendido, y si respondés bien, pasás derecho al
cielo, le promete el anciano.
Javier lo piensa un momento, y
responde:
Una cosa aprendí de la vida.
¿Qué es?
Javier responde:
"Que
el hombre es un animal muy delicado".
El señor lo agarra de la mano, y
le dice: Vamos que ya van a estar las empanadas tucumanas.
“Para
morir nacemos, señor Javier. El resto son ilusiones.” Le dice
el anciano con una sonrisa de miles de millones de años.
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