Y las hojas volaban
Y no fue el viento la destreza
que las entrelazaba...
Y su mirada, brillante y asesina
me despidió como un cometa
que se va para siempre...
Pero yo la esperaba
como antes...
No le temo a la muerte,
sí a sus ojos.
Ella es morir mil veces.
Extrañarla
y escribir solo para ella
el mundo ya no importa...
Solo me importa ella...
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