domingo, 22 de febrero de 2015

El mar y el pasado (De los que ya no soy)

                                         -El mar y el pasado-




                                      El mar, como la muerte, avanzaba sobre Buenos Aires. La gente tenía sed. Algunos morían, riendo como locos (tal era la conmoción que los atacaba). Cuando conocí a Ofelia ella no sabía que me había enamorado de ella apenas la vi. Estaba sentado en la facultad, escribiendo un cuento, o una poesía (como siempre) y sentí que alguien me espiaba. Me hice el tonto. Después de un rato la miré. Los ojos de Ofelia eran como dos cielos, cómo te explico, era como mirar algo sobrenatural. No podía ser tan linda. Su pelo negro lleno de rulos y sus 19 años llenos de historias y de misterios de mujer. Odio la melancolía, ya lo sabés, odio quedar atrapado en los momentos, y poco a poco voy desechando todo lo del pasado, tal vez para que no me arrastre a esa tierra infértil y viciada, pantanosa, donde todo es gris, donde las canciones (y todas las cosas) nos hacen llorar.
                                      En esos días maravillosos (los días de Ofelia), el mar era solo una amenaza. Yo sabía y ella también, que no era bueno que el mar llegara a veces hasta la calle Corrientes. Cuantas veces nos íbamos en bote mirando las vidrieras con Ofelia. Una tarde una ola nos arrastró dos cuadras por Talcahuano. Pero a nadie parecía importarle. El agua extrañamente no entraba a los locales ni a las casas. Los científicos explicaban que era algo normal, por el “ph” del agua y no se que otra cosa de esas que dicen los científicos y uno tiene que aceptar sí o sí. Todo era absurdo.
                                      En la facultad era raro que leyéramos el material de sociología. Yo obviamente lo leía, porque leo todo, pero Ofelia estaba preocupada por asuntos más importantes. Me preocupaban los dibujos que hacía. Casas con ojos, y serpientes. Cosas raras. Tan enamorado estaba.
                                      Lo del mar sí que fue raro. Una tarde el agua se llevó a mi tío Alberto y ya no supimos más de él. Todo era muy raro. Ni los evangelistas decían nada del fin del mundo, del cagazo que teníamos todos. En la tele actualizaban las cifras de gente tragada por el mar. Decían que era gente mala, o que se habían dejado llevar, para escapar del mundo, de las cosas. Yo a veces creía eso también. Que la gente no se moría sino que se dejaba morir.
                                      La última vez que vi a Ofelia llevaba puestos esos jeans dos talles más chicos, y eso que era flaquita, qué fuerte estaba esa piba. Yo había escrito algo especial para ella. De esas cosas reveladoras que se escriben una o dos veces en la vida, y ya sé que en mi vida sólo una. Pero ese día Ofelia no fue a la facultad. Y nunca más fue. Se la llevó el mar.
                                      Lo que nunca entiendo es a dónde se lleva el mar a la gente. Porque no se ahogan. Yo vi llevarse a algunos. Se van contentos o asustados, pero en paz. Yo no pienso dejarme llevar. Te aviso para que vos tampoco dejes que te lleve. Aunque parezca lindo escapar del mundo y de las cosas. Es una mierda. El mundo es lo mejor. Por las cosas sobre todo. A ver… Por ejemplo la música. ¿Sabés si habrá música allá donde se lleva el mar a la gente? Y no me vengas con el canto de las ballenas ni nada de eso. Yo te hablo de Los Beatles, El Indio. ¿Y los libros? ¿Habrá libros? ¿Leerá Ofelia? Le gustaba tanto leer. Tal vez sea por eso y solo por eso que era tan hermosa. Como los tipos esos musculosos que son así de tanto ejercicio. Creo que los ojos de Ofelia eran así de tanto leer.
                                      Cómo ya sabés y te advertí, odio el pasado. Odio la melancolía. Así que esta es la última vez que hablo de Ofelia. No más búsquedas. No más poesías en su nombre. Adiós recuerdos. Porque el pasado está hecho de sombras que cuando se quieren tocar ya no están.
                                      “Y el mar te miente el engrupe de que si vos te dejás llevar vas a tener lo de antes (me decía un viejo un día que me perdí en Flores) pero es verso. Nadie tiene lo de antes nunca más. Y no te pasa a vos solo con Ofelia. Nos pasa a todos. Un día fui a La Boca a mirar el mar, para ver si era verdad lo que decían. Que si te dejás llevar podés volver a lo de antes. Y vi a mi novia. Y se me apareció una tabla flotando y una voz me dijo: sentate y vamos. Pero vi que era triste ser recuerdo. Era más triste ser recuerdo que ser el que recuerda, que ya es mucho.” Todo eso me contó el viejo aquel.
                                      Y por eso me olvido de Ofelia. Es decir elijo olvidarme de ella. Porque está hecha de arena, que es lo que queda cuando se va el mar. No vaya a ser que por seguir al agua termine en un desierto.
                                      El primero de agosto de 2006 el mar empezó a irse. Muchos se arrepentían de no haberse dejado llevar. Para no morir, solo irse. Ser recuerdo en la mente de algún poeta, de alguna madre, de alguna novia. Por eso estoy quemando esto que escribí  para Ofelia aquella vez. El mar sabe por que hace las cosas. Y yo (a veces) también.



                                                   Alejandro G. Vera

viernes, 13 de febrero de 2015

Historias inconexas para la sed de Keyla



Lo del tiempo y de la muerte se olvidó por un rato. Por un rato fueron ella y el cielo, libertad y suspiro. Ofelia camina descalza por la vereda, pidiendo monedas a la gente que pasa. Con la cara más feliz y los ojos más hermosos del mundo, no es difícil que le den unos pesos.
Un hombre, que vuelve del trabajo la ve de lejos. Este hombre, “X”, vive solo. A veces se olvida como hablar con la gente. No obstante, se acerca a Ofelia y balbucea unas palabras que la deslumbran, y Ofelia no es fácil de deslumbrar.
“Ser es ser percibido”, le dice “X”, que (por ya caerme más simpático) llamaremos Damián. Ofelia lo toma de la mano, y lee en las líneas que va escribiendo Dios en analogía con lo que nos ocurre, que Damián es el hombre de su vida.
“Sos hermosa”, le dice Damián, que se ruboriza, que es algo que nos pasa a los humanos cuando no respiramos por un instante (aclaro por si alguna entidad no-humana se encuentra leyendo). “No te merezco”, le dice Ofelia. “Soy poca cosa para vos”. Ofendido, Damián quita su mano de entre las suaves y delicadas manos de la gitana. “Por qué decís eso? No ves que me lastimás?”.
“No entiendo”, dice Ofelia y llora lágrimas dulces, como un oasis para los que se guardan las cosas.
“Que sos hermosa y listo. El mundo no es un laberinto”, le dice Damián, temblando.

Escena 3:
-Me gusta ver cómo crece el pasto…
-Es metira.
-Todo lo que digo te molesta.
-Casi todo.
-Pero me amás.
-Te amo?
-Sino no estarías acá…
-Supongo…

En el desierto:
“De mi sed se nutre tu venganza, sol certero y cálido. Segador y amigo nuestro. De tu luz beben los ángeles y yo, por no serlo, muero…” Últimas palabras de un hombre perdido en el desierto.

Escena 4:
-Qué pensás?
-Nada, siempre ustedes quieren saber qué pensamos.
-Ustedes quién? Qué?
-Vos y el gato.
-Cómo sabés del gato?
-No ves la cara que pone? No lo ves?

Principio:

Habla Damián: “Quisiera encontrarte, con ojos alegres en ninguna parte/ por ser solo esto, se llevan las horas de mi vida el resto./ No quiero más nada, solo una gitana y verla enamorada…”

Ofelia camina por las calles de Buenos Aires, Damián no levanta la vista, ella lo toma de la mano y sabe que es el final.

“Sos vos? Damián?”, dice Ofelia.

“De dónde nos conocemos?”, Damián.

“Alguna vez supe ser sed en tus labios, y vos susurraste mi nombre secreto a las estatuas del Parque Lezama. Alguna vez fui oasis, y jamás me encontraste. Soy cielo constelado para los ojos de un ciego?”, como recitando habla Ofelia, la gitana…

Escena 4:

-Te extraño.
-(nada).
-La extraño.
-(nada).

El tiempo nos devora, en historias de sed y de venganza. Los ojos que contemplan un cielo, jamás vuelven a verlo. Mirame bien Ofelia, no soy yo nunca más. Ahora, para siempre, no soy yo, ya soy otro…


                                               Alejandro G. Vera


domingo, 8 de febrero de 2015

Cap 8 "El amor-motor"

"Sobre Durmientes y Jugadores". Capítulo ocho


“El amor-motor.”




Desde una perspectiva optimista ingenua el amor parece ser
el motor de todas las acciones. Pero es erróneo tomar al amor
mediante una definición unidimensional que solo comprenda lo
grato y lo atinado. El amor como motor puede ser contemplado
desde la concepción de amor “pasional” en el caso de acciones
humanas. Ya sabemos que la palabra pasión proviene de la
palabra padecer. Este amor doliente fue por siglos la base de las
creencias religiosas. Dios vomita a los tibios de su boca, dice la
Biblia, el Dios cristiano es apasionado.
Pero ¿Sirve este paradigma de operatividad apasionada para
funcionar en el mundo real? La pasión como motor del mundo
parece acarrear tanto actos de arrojo como guerras, tanto besos
como puñetazos.
Es preferible concebir al amor como un motor de nuestras
acciones, solo en el caso de que se lo tome como una guía para ser
correctos, aunque lo correcto y lo eficiente no siempre van de la
mano.
Los durmientes perciben al amor como un destello del
despertar del alma, amar es muy parecido a despertar, y tal vez la
sensación sea la misma, pero está claro que el solo amar no
conlleva necesariamente al despertar del alma. El despertar es
saber, y el amor es seguridad.
El amor hace las veces de droga que recrea la seguridad de
que estamos ante la persona adorada, el dios perfecto, la poesía
más hermosa, etc. El verdadero despierto duda incluso del amor
en sí. Tomado como un estadío de pensamiento, el amor
desarrolla poderosas herramientas para actuar y operar en el
teatrum mundi. Hay madres que viven una vida entera de
sacrificios solo por amor a sus hijos. Soldados van a la guerra por
amor a la patria. El amor parece ser un buen motivo para realizar
acciones, pero es un desatino guiarse solo por este sentimiento,
sobre todo en el caso del amor pasional.

El amor-motor parece ser parte del auditorio, parecemos
creer que el auditorio realiza acciones por amor, y ya que hemos
llegado a la conclusión de que el auditorio es la otredad, parece
ser que los otros realizan sus acciones por amor, o todo lo
contrario. Esto nos remite a los pensamientos infantiles donde o
se ama o se odia, pero tal vez la experiencia fenoménica de
fracasar a cualquier escala esté más emparentada con el
desempeño operacional de una persona que con la respuesta
fenoménica del auditorio. No olvidemos que todo lo que
percibimos está iluminado por la luz de nuestra consciencia, el
mundo está hecho a nuestra medida, solo para complacernos, solo
para no despertar.

Alejandro G. Vera

Cap 7 “Cómo enfrentar al auditorio”

"Sobre Durmientes y Jugadores" Capítulo 7




“Cómo enfrentar al auditorio”.


“El auditorio percibe, él es ajeno a mi persona. Sé bien que
yo soy, porque pienso, como Descartes,
Pero sé también que el auditorio es. No se qué es, sólo sé que no
solo yo percibo, sino que también soy percibido.”
Este “Auditorio” parece ser la presencia del otro, vista de un
modo totalitario, los otros son el auditorio, los otros son el otro.
Pero esta creencia en la existencia de una otredad consciente
parece estar emparentada con el concepto de teatrum mundi;
Según esta filosofía los otros son parte del gran espectador. Pero
¿Será ese espectador el motor quieto, o tal vez un Dios dormido, o
un Buda despierto?
Es interesante observar como en esta teoría ego centrista de
la realidad aparece la necesidad de la presencia de otro que mira,
y la importancia que esto conlleva. Realizamos acciones porque
los otros observan. Ese fue el don del fruto del árbol de la ciencia
del bien y del mal, en la antigua historia bíblica, “Serán como
dioses”, dijo la serpiente y entonces Adán y Eva cubrieron sus
sexos. ¿Qué entraña este esconder lo sexual? Esta necesidad de
actuar para el otro no existía antes de que comieran el fruto;
comer el fruto creó la otredad y la noción de desnudez desarrolló
el primer rasgo teatral de aquellos seres: ya tenían vestuario.
El auditorio ve a través de los ojos del otro, que esconden el
gran misterio de cómo somos en realidad, ya que esta unidad
autónoma que es el cuerpo funciona como una consola interactiva
en primera persona, uno no puede apartarse de uno mismo para
percibirse. Nos conocemos a través del reflejo que nos devuelve
el otro, somos lo que el auditorio refleja.
Pero, tal vez esta imposibilidad de percibirnos sea lo que
Platón llamó la prisión del cuerpo. El hombre decide de que
disfrazar la prisión para transformarla en máscara, en persona. En
castellano antiguo prisión significaba cadena. Este esconder la
desnudez quizá sea un esconder las cadenas del ser. Todos
actuamos el papel de no-prisioneros, vergüenza de nuestras

cadenas-desnudez que ocultamos con ropas, de cualquier tipo.
Solo en ocasiones especiales decidimos mostrar nuestras
desnudeces. Los amantes se desnudan, los nudistas pretenden
transgredir la norma, pero solo logran agrandar su prisión,
muestran sus cadenas en lugares autorizados.
El auditorio parece ser la respuesta al misterio de la muerte.
Esta otredad que nos observa es tal vez un reflejo también, tal vez
creamos ser observados, sumidos en un autismo alucinatorio que
nos guía por senderos de sonambulismo. Es necesario definir el
concepto de auditorio una vez más.
El auditorio es la supuesta observación externa de
fenómenos reproducidos por nuestro cuerpo en interacción con
los demás seres, es parte de nuestro no-ser en función del ser del
otro.
¿Cómo se enfrenta esta visión del mundo donde todos son
uno separados de uno mismo? La respuesta es simple:
Actuando.
Este actuar nos permite experimentar con lo real, tal vez no sea
exitoso pero actúo como si lo fuera. Esto es aprendizaje simple.
Se experimenta siendo otras personas, aquí comienza el
simulacro. Ser en función de las circunstancias es actuar. Todo
Jugador debe saber actuar. Tal vez el lector no se imagine como
se logra esta capacidad actoral. Es simple, piense en situaciones
de su vida. ¿Es usted el mismo cuando habla con su jefe que
cuando bromea con sus amigos? ¿Entrar a un comercio y pedir
determinado producto mediante un diálogo prediseñado no es
actuar?
Solo existe una forma de enfrentar al auditorio y es
actuando.


Alejandro G. Vera

sábado, 7 de febrero de 2015

Capítulo 6 "El auditorio"

"Sobre Durmientes y Jugadores "Capítulo seis




“El auditorio”.


El tópico de teatrum mundi se refiere a la concepción del
mundo como un teatro. La palabra “persona” antiguamente
denominaba a los personajes de un teatro. “Persona” significa
máscara. Cada uno elige que tipo de persona quiere ser, pero es
obvio que en la mayoría de los casos uno es instado a ser cierto
tipo de persona. El entorno nos condiciona, a veces el maltrato
genera resentimiento, y elegimos ser una persona, cruel, o tal vez
todo lo contrario. Tal vez un niño consentido se convierta en un
adulto fracasado, tal vez en un hombre agradecido y exitoso. Es
entonces que reaparece el concepto de causalidad fortuita. Todo
es producto del condicionamiento, para bien o para mal, estoy
totalmente en contra de esta teoría, creo que uno elige su persona,
uno la crea en base a las conclusiones a las que llega mediante el
análisis de lo real. Tal vez un niño maltratado se convierta en un
hombre cruel porque piensa que de otro modo será vulnerable. Es
en sí, una estrategia.
El concebir al mundo como un teatro nos lleva a pensar en
quién nos observa. Yo llamo a esta entidad sensible “El
auditorio”. Se desconoce que es el auditorio, aunque sea
nombrado por todas las religiones y creencias. El auditorio juzga
nuestras acciones. El auditorio es Dios. Pero no un dios creador,
sino un dios observador, catalogador. No es quien programa. Ni
es “el” programa. Como seres sociales, realizamos nuestras
acciones para un público implícito. Nuestra mente piensa
palabras, hablamos con alguien todo el tiempo, en teatro esto se
llama soliloquio. Quién no ha sentido alguna vez la mirada del
auditorio. Quién no ha fantaseado con un accidente, una tragedia,
el suicidio, etc. Sólo para agradar o desagradar al auditorio.
Recuerdo una anécdota muy interesante, relacionada con el
auditorio. Caminaba yo con la que en momentos pasaría a ser mi
ex novia. Íbamos discutiendo por cuestiones de celos de su parte
hacia una de mis mejores amigas. Yo no podía dejar de sonreír.

“¿De qué te reís?” me gritó. No supe que decirle, le di un beso y
cambié mi rumbo para caminar por una calle paralela. Al transitar
por esa calle no podía dejar de reírme, era tan graciosa aquella
escena. Me sentía dentro de un teatro y yo era el actor principal.
Tal vez el auditorio sea una especie de súper consciencia, un
observador inerte. La mirada sin los ojos. El accidente sin la
sustancia. En este teatro que es el mundo hay Jugadores-actores
(PLAYERS), pero también hay personas que desconocen el
concepto de teatrum mundi; estos son los durmientes
(SLEEPERS). Los PLAYERS al igual que los SLEEPERS,
desconocen por qué están en el mundo, pero a diferencia de los
últimos saben bien que están en él.
El auditorio mira a través de nuestros ojos, y si lo
permitimos, comanda nuestras acciones. Esto sucede cuando
somos objeto de las circunstancias y no agentes creadores de
realidades.

Alejandro G. Vera

Cap 5 "Lo fenoménico vs. Lo no-consciente"

"Sobre Durmientes y Jugadores"


                                                        

Capítulo cinco

“Lo fenoménico vs. Lo no-consciente”.


Es menester precisar aun más el concepto de fenómeno, con
el fin de utilizarlo en contraste con lo no-consciente. Cómo se
percibe lo no latente y en qué grado es real lo no cognoscible.
Llámese fenómeno a todo acontecimiento percibido por los
sentidos en un contexto de realidad, siendo real el mundo de lo
percibido basado en los paradigmas sociales y culturales; sub-real
la realidad onírica y superreal todo universo desconocido y que no
se pueda expresar mediante símbolos. Llámese meta-real al
compendio de ideas y conceptos usados para analizar lo real y
para operar en las tres categorías de realidad antes nombradas.
La pregunta motor de este capítulo es la siguiente: ¿En que
grado es real lo no-consciente?
El paradigma que yo utilizo para crear mi mapa de lo real es
altamente egocéntrico. Sé que no existe forma alguna de no existir
Yo en tanto unidad operativa, ya sea mediante la mente, la nomente
e incluso la no existencia, propongo como axioma la
siguiente premisa:
“Yo en tanto unidad operativa, soy el centro de mi universo, y el
único indicio de realidad que conozco, siendo imposible ser
expulsado del universo sin la propia destrucción del mismo;
donde yo esté estará mi universo y yo, y solo yo soy artífice de mi
realidad fenoménica.”
Dado este axioma lo no-consciente no tiene lugar en mi
mapa de lo real, y esto lleva a pensar que los acontecimientos
percibidos como fenómenos, que aparentan ser consecuencias de
previos acontecimientos, se suceden de modo caótico, y es mi
mente la que crea estrategias cognoscitivas para predecir futuros
fenómenos y así ser operativo con respecto a lo real.
Lo que ahora esté ocurriendo en, por ejemplo Egipto será
percibido como una noticia de estado, y no como un fenómeno,
siendo así el espacio requerido por la memoria, mucho menor al

imaginable. “En Egipto una mujer muere”. Esta noticia de estado
se transforma en meta-realidad, ya que mi mente recrea el
concepto de mujer, de muerte, de Egipto, etcétera, con una
cantidad de energía psíquica casi nula ya que además de usar
vectores sin carga emotiva, la mente crea la escena, en el caso de
parecer de alguna importancia, a su gusto. Lo no-consciente no es
real. Lo no-consciente se recrea en la mente como hipótesis de
previos sucesos causas de lo fenoménico. Lo fenoménico es lo
real.
La realidad nos complace hasta un punto límite de lo que
consideramos posible. Cuando algo imposible ocurre, pasa al
terreno de lo posible, cuando se repite es nombrado y asimilado.
Cuando lo aparentemente irreal excede lo previsto ya sea de un
modo complaciente o insatisfactorio, se presenta la locura, que
como ya se ha dicho, es un paso previo al despertar del alma,
aunque como es por todos conocido es condición necesaria pero
no suficiente para dicho estado. Se puede caer en la locura para
siempre. Llámese a este proceso iterativo loop del sin retorno.
Este sin retorno es una reiteración de procesos mentales
viciados de bugs cognoscitivos. Un bug cognoscitivo es una
herramienta o un recurso mental deficientemente desarrollado o
implantado maliciosamente por el sistema. Según la teoría de la
Gestalt, “el todo es más que la suma de las partes”. Muchas veces
las iteraciones psicopáticas están basadas en percepciones de las
partes de lo fenoménico como más importantes que el conjunto de
percepciones e incluso más importantes que la mente misma. La
conjetura de los morfemas conscientes es un ejemplo ya citado.
Hay quienes se fanatizan con los números, pero no lo hacen
metódicamente. Su propósito es correcto, su imagen de logro
también, pero carecen de las herramientas necesarias. Sin un
apropiado “debug program”, se puede caer en el loop sin retorno
antes mencionado. El proceso de salida de un loop es llamado
temple del sistema. La mayoría de las veces el temple del sistema
se logra estabilizando el aparato emocional. Por ejemplo, si una
persona ve fantasmas puede ser catalogada de esquizofrénica,
según el paradigma medico psiquiátrico. En otro ámbito puede ser
catalogada de médium. Todo depende de la reacción emotiva ante
el estímulo fantasma. En el qué es un fantasma. No me parece

más extraño el percibir un fantasma, que el mirar la televisión. La
diferencia es que en mi universo la televisión es algo normal. Es
de consenso social.
En conclusión: según mi paradigma de lo real, lo noconsiente
existe solo cuando se da la acción llamada noticia de
estado. Solo entonces la mente lo transforma en meta-real
mediante los vectores percibidos como fenómeno, la noticia no es
real, los vectores son un concepto, una herramienta. Lo noconsciente
no ocupa lugar. El Mundo no “corre” (en tanto que
programa) todo el tiempo. Lo real ocupa poca memoria.
Tomemos como ejemplo la siguiente anécdota.
Hace unos minutos, como descanso de la escritura de este
libro, me puse a jugar a un viejo juego de computadora de ocho
bits. Este tipo de juegos de Arcade, a pesar de la poca memoria
que ocupan en el disco rígido son muy difíciles de jugar, y en la
época de furor de los Arcades, quienes lograban vencer a la
máquina se convertían en celebridades, tal era la dificultad de
estos juegos. Lo que quiero rescatar de esta experiencia es como,
una simulación de inteligencia, en tanto capaz de tomar
decisiones dentro de un universo virtual, es capaz de vencer
fácilmente a un ser humano, supuestamente dotado de estrategias
más avanzadas de pensamiento. Este es un punto clave para el
éxito en nuestra experiencia como operadores de lo real. No
importa tanto nuestra inteligencia sino las reglas de nuestro
universo, y si logramos asimilar y sintetizar esas reglas, luego
podrán ser rotas y reemplazadas por otras y en una última
instancia de iluminación, por el despertar del alma. Recordemos
que lo no-consciente no existe en tanto que realidad fenoménica,
sino solo como una mera noticia, y cuando no llega ni siquiera a
eso, no existe en absoluto, y es tratado por la mente como simples
vectores descriptivos de un paradigma y no como una realidad.
Aprender a discriminar entre los fenómenos y las noticias es una
de las condiciones fundamentales para alcanzar el despertar del
alma y no sobrecargar la mente de conjeturas, que en definitiva
describen algo inexistente.


Alejandro G. Vera

Cap 4 "La mente y la no-mente"

"Sobre Durmientes y Jugadores" Capítulo cuatro


“La mente y la no-mente”.


La mente es el espacio virtual donde el universo ocurre. Los
fenómenos son producto de la mente. Los hechos se suceden y
todo parece parte del caudal que presupone el curso de lo real, el
tiempo que fluye hacia el pasado, arrastrando lo ocurrido, de lo
cual solo tomamos denominaciones vectoriales, paradigmáticas, y
no testimoniales. El principal recurso de la mente es borrar lo no
indispensable, y catalogar lo percibido como útil. Cuanto más
específica es la denominación de un fenómeno, más real aparenta
ser. Este es el simulacro de la memoria. Lo real solo se percibe
una vez. Saber es no saber. Ver sin nombrar es ver en realidad.
Una descripción más gráfica de esta visión de “mente”,
puede ser deducida de la siguiente anécdota. Uno de mis alumnos
de guitarra, un señor X de unos setenta años es amante del
folclore. Me pide que le enseñe una zamba. Paso a enseñarle el
acorde de La menor, una posición básica para armonizar la zamba
requerida por mi alumno. Dedo uno cuerda dos traste uno, dedo
dos cuerda cuatro traste dos, etcétera repite el alumno en voz alta
intentando memorizar la posición mediante datos aparentemente
testimoniales del fenómeno. Luego de un considerable esfuerzo,
parece haber aprendido el acorde, aunque cada vez que lo practica
debe remitirse al archivo testimonial de su mente. Dedo uno
cuerda dos, etcétera. Cuando intento enseñarle el acorde de Mi
mayor, procede del mismo modo. Dedo uno cuerda tres, etcétera.
Intento enseñarle una estrategia mnemotécnica vectorial. “El
acorde de Mi mayor es similar en apariencia al de La menor, solo
deben subirse los dedos una cuerda manteniendo las
correspondientes distancias. La respuesta es la misma: dedo uno
cuerda tres etcétera. Parece funcionar así. El problema es que al
necesitar cambiar de acorde rápidamente, debe remitirse al
archivo testimonial de su mente que se lee diacrónicamente y no
sincrónicamente como los datos vectoriales. Este error cognitivo
puede ser tomado a grosso modo como testimonio de la visión
durmiente de la realidad.

Para funcionar apropiadamente en el ámbito de lo real,
debemos adecuarnos a las estrategias mnemotécnicas vectoriales,
que son el motor del aparato mnémico y nunca a lo testimonial,
que es una descompresión de lo vectorial que puede ser realizada
ad hoc mediante el uso de estrategias emotivas, que crean en el
momento el recuerdo que tenemos de cierto fenómeno. Solo
debemos grabar cual es la emoción que sentimos al ocurrir un
fenómeno dado para remitirnos a lo testimonial partiendo de lo
vectorial. Cuanto más amplia sea nuestra concepción de
sentimiento, cuanto más amplio sea el espectro de conceptos
sentimentales instalados en nuestra mente, más testimonial será el
recuerdo de un fenómeno. El lenguaje es indicativo y solo
conociendo esta dimensión del mismo se podrá tener un cabal
concepto de lo que la mente es.
Ahora. ¿Qué es la no-mente? Sería apresurado pensar que se
llega a la no-mente no pensando. El concepto de no-mente se
refiere a una concepción asimilada de lo real. Una comprensión
sintética de lo real. Es indispensable pasar por una fase intelectual
para llegar a operar mediante la no-mente. Al usar los comandos
operativos de la realidad de una forma sintética, se suprime la fase
que he dado en llamar “comand call”. Este comand call no es otra
cosa que lo que hacía mi alumno de guitarra al intentar recordar.
Una vez aprehendido un comando debe ser suprimido. Esto acorta
el tiempo de “cambio de acorde”, así se puede ser más operativo
en el presente y lograr ser agente en un sentido más absoluto.
Cuando realizamos un comand call (dedo uno cuerda dos etc.)
perdemos tiempo al esperar la respuesta de la realidad. La
contrastación empírica es fundamental, ya que si tuviéramos la
seguridad de que tal acción es de determinada manera no
deberíamos remitirnos a una huella mnémica sino a un patrón
vectorial, y en un grado de mayor operatividad a una síntesis de lo
real. Esto es: la no-mente.

Alejandro G. Vera

Cap 3 "Qué es despertar"

"Sobre Durmientes y Jugadores" Capítulo tres


“Qué es despertar”.


El despertar del alma es el estado conocido como Nirvana,
alcanzado por Buda. El despertar no es morir, es percibir la
super-realidad, una nueva dimensión de lo real. Más allá del mapa
de lo real y de lo conceptual, más allá del lenguaje. El despertar
del alma es un estado en el que se percibe el lenguaje de
programación del universo. Ser uno con la creación es despertar.
Saber que todo es posible es despertar. Un despierto puede salir
de la prisión del cuerpo, escapando de las cadenas de los sentidos;
no perdiéndolos, sino utilizándolos como interface para la
programación del universo todo. Quién busque en las palabras la
verdad del universo estará lejos de hallarla, quién pregunta no
sabe. Quién nada cuestiona, concibe todo tal cual es.
Sin embargo este percibir todo tal cual es suena un poco a la
descripción de un durmiente. El despertar del alma no es
permanente. Quién despierta para siempre se torna uno con el
universo, y deja de existir para pasar a ser parte del motor quieto
del cosmos y de todo lo cognoscible. No es este mi objetivo, sino
buscar el despertar del alma como un medio de calmar las ansias
de saber, como una estrategia de meditación, y como una
iniciación a la etapa de jugador.
Basado en mi propia experiencia del despertar de mi alma,
trataré de describir algo de lo que recuerdo haber percibido como
el código de programación del cosmos.
Lo real, el cosmos, el universo; están desarrollados en
nuestras mentes bajo denominaciones llamadas palabras. Las
palabras simulan representar lo que percibimos, y disimulan el no
representar lo no-percibido. Usted lector tiene entre sus manos
este libro. ¿Percibe acaso lo infinito del universo? ¿Existe acaso la
persona que vive a dos cuadras de su casa?
Un concepto muy interesante me fue develado en un libro
sobre ninjitsu. Cómo ser invisible. Para aprender a ser invisible,
primero es preciso saber qué es ser invisible. Por ejemplo yo,
situado en este momento en Argentina, soy invisible en Turquía.

Esta forma lateral de ver lo real, está ampliamente emparentada
con el lenguaje de programación del universo. La mente disimula
la no-existencia de Turquía mediante el recuerdo de lo aprendido
en base a un fenómeno dado: Turquía es un país: Turquía existe.
Las palabras programan nuestro universo, lo fenoménico es
aprehendido mediante los sentidos y procesado mediante el
lenguaje. Pero. ¿Es realmente así?
Sólo se puede percibir un fenómeno una vez. Ya nombrado,
dicho fenómeno es la recreación del primero mediante el fonema
paradigmático que se corresponde con él. Un árbol es todos los
árboles, sino se llamaría de otro modo, sería otro fenómeno. El
código puede ser “comprendido”, mediante estrategias lógicas de
decodificación. Una palabra encierra miles de significados, por
ende miles de fenómenos relacionados, y luego miles de
respuestas posibles.
La palabra “Mono”, puede ser entendida como
denominación de un animal, sinónimo de uno, etcétera. Pero
existen otras acepciones que no son contempladas por lo
conciente. Por ejemplo “Mono”, puede ser descompuesto en
Mon-O, tal vez un nombre, tal vez un epíteto que se refiere a la
letra “O”; tal vez para quien sepa algo de inglés se parezca a la
escritura de “Moon-O”; Etcétera. Para ir más lejos aún podría
tomar La palabra Mono como una referencia nemotécnica de:
Multi
Orgasmo
No
Occidental.

O tal vez:

Muestra
Ornamentos
No
Ocultables.

Ciertos tipos de locura centran su estrategia psicotizante en la
deixis morfémica. Ya he hablado de la imprecisión del lenguaje en
cuanto a la extracción de una frase con respecto de su contexto.
La deixis morfémica, a la que también llamo “conjetura de los
morfemas concientes”, es la creencia de que existen morfemas
extra lingüísticos dentro de las palabras, y que estos morfemas
ocultan un significado, muchas veces llamado “mensaje divino” o
“revelación”.
Sabemos que los morfemas tienen una raíz etimológica
basada en voces latinas, griegas, etcétera, en el idioma castellano.
Bastará un ejemplo para comprender este concepto.
La frase:
“El diablo está en los detalles”.
Podría ser entendida mediante este paradigma psicopático de la
siguiente forma:
“El Dial Block es Tall en los de Talle Small”.
Se puede apreciar el rasgo psicopático en lo caprichoso de la
interpretación. En “Tall” se toma a “Ta” (pseudo-morfema) como
referente de “Tall” (Voz inglesa equivalente al “Grande”
castellano), y no al “Tall” nombrado por completo en “Talle”. Es
obvio que podría ser “Tall es”, interpretado como Es grande y no
como Talle small. Aunque por otra parte la palabra “es” podría
ser interpretada como forma fonética de la letra “S” en inglés,
donde daría el mismo resultado, “Talle S” o “Talle Small”.
Este tipo de paradigma psicopático es muy interesante ya
que es un recurso introspectivo muy rico; todo el significado que
se de a una frase mediante los “morfemas concientes” es
testimonio del contenido mnémico de la mente y no de actuales
influencias externas. Toda interpretación de frases ya sea
mediante esta técnica o mediante lenguaje ordinario, es fiel
testimonio del contenido de la mente. En especial en el caso de
los psicóticos, donde la realidad como consenso pasa a un plano
secundario y el mapa de lo real es concomitante con las

referencias que impone el plano social. Parece irónico pero esta
realidad alterada es más “real” que la realidad del consenso social.
La locura es la puerta de entrada a la no-mente, el despertar del
alma no es otra cosa que una locura controlada, algunos la llaman
genialidad. Para un uso práctico llámese a este concepto
Despertar.


Alejandro G. Vera

viernes, 6 de febrero de 2015

"Sobre Durmientes y Jugadores" Cap 2 "Quién Duerme"

Capítulo dos



“Quién duerme”.


¿Quién no ha pensado alguna vez en la vida como un sueño
en el que nada se puede retener demasiado, en el que lo que ayer
tuvimos, hoy es un recuerdo? La respuesta es: Todos o casi todos
hemos fantaseado con esto, pero ¿Qué es lo que nos hace darnos
cuenta de que no estamos soñando? Respuesta: Los sueños.
Los sueños son nuestra mayor conexión con lo real, en tanto
que corroboradores de lo fenoménico. El contraste del sueño con
el despertar es lo que nos hace saber que no estamos soñando.
Antonio Machado escribió:
“Entre el vivir y el soñar hay una cosa… ¡el despertar!”
Es ese despertar nuestra ancla con la realidad. ¿Cómo podríamos
despertar si estamos despiertos ya? Pero. ¿Percibíamos en
nuestros sueños que lo eran? Sí, a veces lo percibimos. El creer
que la vida es un sueño es algo fantasioso y trillado si se quiere,
pero me gustaría introducir un nuevo concepto en su mente. El de
los durmientes. Llámese durmiente a toda persona que no es
conciente de la realidad en un sentido de concatenación
fenoménica percibida como agente y no como objeto. Un
durmiente es alguien que vive mecánicamente, a veces toda su
vida.
Según este punto de vista, se puede vivir de dos formas:
1) Como agente.
2) Como objeto.
Se puede considerar “agente” a toda persona que logre realizar los
actos que planea. Ya sea irse de una fiesta por sentirse incomodo,
o comerse el pastel de bodas antes de la boda. Pero. ¿Existen
realmente los agentes? Tal vez usted se haya dado cuenta ya de

que nuestras acciones son respuestas a estímulos externos,
siempre. Si alguien le pregunta qué hora es y usted le responde
Guatemala, su respuesta será tomada como un signo de locura,
incomprensión, agresión, ironía, etcétera. Cualquier repuesta es
una respuesta, incluso el silencio es testimonio de la no
existencia, tal es el programa del universo, no hay forma de no
participar. El concepto de agente podría ser tomado como
inexistente, de no ser por su contraste con el concepto de objeto.
Una persona funciona como objeto cuando realiza una
acción en respuesta a una percepción fenoménica en contra de su
voluntad, o sin su propio consentimiento. Por ejemplo Usted
pierde su trabajo (fenómeno) y cae en un pozo depresivo. Es una
reacción normal, pero no es una reacción agradable, o deseable.
Usted es objeto de las circunstancias. Siendo agente optaría por
una solución o un recurso que lo llevara a conseguir otro trabajo,
o a ganar dinero de alguna forma; se puede observar que en este
caso también sería usted una persona objeto de las circunstancias,
pero no de una forma desagradable, y en menor modo que en el
primer caso.
De todos modos esto fue solo una introducción a lo que
realmente es el concepto de durmiente, nombrado al principio del
capítulo. Un durmiente es una persona que desconoce su propio
paradigma de realidad. Vive como objeto de las circunstancias,
sin recolectar información de los hechos que le suceden, sin crear
un “mapa” de lo real; sin nombrar lo que le ocurre, en términos
más vulgares, esta persona es “arrastrada por la corriente de lo
real”, sin percibir los comandos y estrategias de logro que le son
ofrecidos constantemente.
Pero. ¿De que hablo cuando hablo de comandos y
estrategias de logro? Al percibir la realidad, notamos que hay
sucesos que se repiten constantemente. Al percibir estos sucesos,
les damos nombre, por lo general el nombre que es establecido
por la sociedad en la que vivimos. Cuando deseamos
interconectar elementos nombrados, tenemos lo que Piaget llama
“conflicto cognitivo”. Este conflicto es lo que nos motiva a
recolectar más y más datos sobre los fenómenos, y así crear un
mapa de predictibilidad de lo real. Sabemos que el sol sale por las
mañanas, que una hora tiene sesenta minutos, etcétera. Son datos

firmes sobre los que basamos nuestro concepto de lo real. Los
conflictos cognitivos de Piaget son comunes a todas las personas,
son una parte fundamental del proceso de aprendizaje.
Los comandos se logran al percibir que existe una relación
entre nuestras respuestas a los fenómenos, y los fenómenos
posteriores, consecuentes. Noto que al mover la cabeza de lado a
lado se percibe esta respuesta como negativa, o rechazo de un
ofrecimiento, etcétera. Es un comando básico.
Una estrategia de logro, es una serie de comandos
verificados mediante repuestas fenoménicas, que es usada
frecuentemente para cumplir un propósito. He aprendido que el
dinero es usado para adquirir bienes y contratar servicios. Si
deseo, por ejemplo, comprar una casa, mi estrategia de logro debe
estar basada en conseguir dinero, que es el medio que dará como
respuesta la adquisición del inmueble. Está es una estrategia
básica. Es común a las personas.
Un durmiente es objeto de los sucesos de su vida porque
desconoce su propio mapa de realidad. Solo percibe sus propias
respuestas a los sucesos, pero no es conciente del poder de
cambiar la realidad, de crearla.
El concepto de durmiente también es relativo ya que todos
somos un poco durmientes, pero su real dimensión toma forma en
contraste con su antítesis: el jugador.
Un jugador es agente y no objeto, domina comandos y
estrategias de logro avanzadas, y percibe lo real como un juego en
el que, si se sabe jugar, se puede obtener lo que se desee. Un
jugador crea su mapa de realidad a su gusto. Cambia el
paradigma, no se fía de los antecedentes. Sabe que todo lo que
puede ser pensado puede ser realizado.
Una instancia superior es las de Buda, que significa “el
despierto”. Pero. ¿Cómo se alcanza ese estado? ¿A que se llama
despertar? Por el momento quede el lector con los conceptos de
durmientes y jugadores, se hablará de Buda más adelante, cuando
deba remitirme al concepto de no-mente y todo lo que este
implica.

Alejandro G. Vera