lunes, 23 de septiembre de 2013

Prosa: "La muerte de un pájaro"

-II-

Lo que ella pensaba era siempre: "La muerte, sed de mis labios", y reía porque la poesía le parecía cursi, o tal vez quería que yo lo creyera.
Una tarde la encontré desnuda en la plaza, la ropa era sueño de su voz cansada...
Como si fuera otra, me dijo: "La muerte, sed de sus labios"... Y yo, que a veces no entiendo a las mujeres, la abracé y la besé. Pero ella me rechazó y me dijo: "Idiota, tanto esperaste?"...

Qué se yo... hago lo que me sale...

"Soy luz entre las flores, luciérnaga, deidad de los pastos y el color de la noche."

Che flaca, vos decís que no te gusta la poesía pero te la pasas verseando...

"Eso es porque vos estás contando la historia me dijo y suspiró"...

Lo que ella era para mi era extraño. Nunca fuimos novios, solo nos besábamos, y charlábamos. Era nuestro deleite contemplar las lágrimas del otro. Cómo nos conmovían las palabras de la boca ajena y cercana...


"La encontraron muerta", me dijo mi tía. 

Qué? A quién?

A esa, tu noviecita, me dijo con voz de hija de puta...


No importa, dije. 

Y desde ese día digo no importa...

No importa...

No importa...

No importa...

No importa...

No importa...

No importa...

No importa...

No importa...

No importa...

No importa...


Pero sí importaba. "Mi boca, sed de sus labios", soledad para no volver...



Alejandro G. Vera

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